La adolescencia es una etapa en la que se ponen las cartas sobre la mesa.
Se hace evidente cómo ha sido la educación los años anteriores (en casa y en la escuela) y se agudizan las tendencias emocionales, patrones de conducta….
Lo importante es no culparnos ni hacernos víctimas, sino de ver que podemos ser co-partícipes y que siempre estamos a tiempo de apoyarlos y ayudarlos en este proceso de vida tan importante.
¿Qué pasa en el cerebro de los adolescentes jóvenes?
La pubertad, la madurez reproductiva, coincide con grandes cambios neurológicos. A ese proceso se llama «poda neuronal», porque se desechan muchas de las conexiones que no funcionaban..
La consecuencia de esta poda es que muchos patrones de la infancia, cosas que aparentemente ya sabían, de repente desaparecen. Y sin embargo, todavía no ha llegado lo nuevo. Hay una limpieza y lo nuevo todavía no ha llegado.
Se produce una transformación radical del lóbulo frontal, que es el que tiene que ver con el autocontrol y con la conducta. Pero lo dicho, está en proceso, todavía no vemos el buen resultado que va a dar en el futuro.
Si lees a neurocientíficos como David Bueno, verás que dicen que es en esta etapa que surge recién el pensamiento abstracto, racional, el pensamiento causal. (Que es lo mismo que decía Rudolf Steiner, creador de la pedagogía Waldorf, hace más de 100 años).
Hay una base fisiológica necesaria que Rudolf Steiner relaciona con el cambio fisiológico de la madurez reproductiva y que desde la ciencia ahora se relaciona con el cambio del lóbulo frontal.
En los seminarios de pedagogía emergencia (una rama de la Pedagogía Waldorf, centrada en ayudar a niños y jóvenes a superar el trauma) Ben Ruff recuerda cómo en esta etapa los adolescentes jovencitos, tienen una gran capacidad de crítica. Son son muy capaces de ver la paja en el ojo ajeno aunque aun no tienen madura la capacidad de ver la viga en el ojo propio.
Si tenemos conciencia de estos procesos evolutivos nos resulta más fácil tener comportamientos que les ayuden más. Por ejemplo, podríamos ser menos reactivos y más compasivos y celebrar esta nueva agudeza mental y esta capacidad de crítica, sin verlo como un ataque personal hacia nosotros.
De la crítica a la motivación
Es en torno a los dieciséis años ocurre la madurez emocional (al menos existe esa posibilidad), que va acompañada de más capacidad de autocrítica y control de los impulsos.
Aunque ese control de los impulsos está relacionado con el lóbulo frontal que ahora se está diciendo que realmente madura recién en torno a los treinta y cuatro años. (Las mujeres un poco antes, pero que como tal es un proceso largo.)
Si todo ha ido bien, en esta época surge el sentimiento de querer hacer algo para cambiar aquello que hemos criticado. Es decir, primero criticamos y ahora surge un sentimiento profundo de querer cambiar el mundo.
No siempre pasa, pero es la edad en la que los jóvenes pueden conectar con sus ideales, de hecho tienen necesidad de conectar con sus ideales, con su propósito de vida.
Cuando lo hacen les va a resultar más fácil en la siguiente etapa (18 a 21 años) conectar con lo que realmente quieren hacer en este mundo, lo que quieren hacer para que el mundo sea mejor. Es decir, conectar con su verdadera vocación: ¿Qué puedo hacer yo para cambiar el mundo?
¿A qué quieren dedicar su vida?
Resumimos las tres fases de la adolescencia:
- Crítica al mundo (típico de los pubertereños y el momento más incómodo para maestros como para las familias)
- Siento el dolor del mundo, siento que puedo cambiar algo.
- Yo puedo hacer algo para cambiar el mundo.
A la vista de esto vemos que no hay nada peor que orientar a los adolescentes y a los jóvenes hacia aquellas profesiones que tienen salida.
En vez de eso deberíamos despertar sus ideales, ayudarles a que descubran sus sueños, sus pasiones, sus habilidades, todo aquello que puede ofrecer al mundo.
A los jóvenes cada vez les cuesta más conectar con sus ideales y que muchas veces, más que estar vinculados o conectados con sus ideales, están conectados con ídolos. (Ej: dar más valor a un futbolista que a un maestro, a un bombero…)
Así que el mayor favor que podemos hacerles es ayudarles a que conecten más con su propósito de vida.
¿Cómo les puedes ayudar a conectar con su propósito?
Experiencias en las que hagan
Lo primero es darles experiencias en donde se sientan copartícipes de su vida.
Y estas experiencias pueden ser tan simples como experiencias, manuales y talleres (jardinería, cocinar, modelar, coser, trabajar la madera…) Que sientan que con sus manos pueden transformar la materia y su entorno.
Esta experiencia de hacer les debería llevar hacia la afirmación «yo transformo mi entorno» que es imprescindible para que sientan que si pueden hacer algo por el mundo.
Experiencias artísiticas y en grupo
Otro nivel es que tengan experiencias artísticas donde puedan expresar su creatividad, canalizar sus emociones y vincularse con otros.
Ejemplo: danza, teatro, música, experiencias sociales, creativas y de cooperación
Con este tipo de actividades pueden llegar a la afirmación «nosotros juntos podemos transformar el mundo».
Inspirándoles
Ten en cuenta que basta un solo adulto en la cercanía del joven, un solo adulto que haya conectado con su propósito de vida para ayudarle a conectar con su propio propósito. Es decir adultos, que sean inspiradores, que sean referentes.
Un referente es alguien que muestra pasión por lo que hace, que muestra que esta vinculado y conectado a un profundo ideal.
En la secundaria Waldorf esto se refuerza, con la lectura de biografías de personas que han luchado por sus ideales, que quizá han pasado por dificultades pero su ideal les motivava a luchar y avanzar.
Dialogando y ayudándoles a reflexionar
OtrNo es hasta que son adolescentes que podemos en un diálogo reflexivo con los jóvenes, antes no están preparados. Tanto en grupo como a nivel individual podemos ayudarles a reflexionar y resolver los problemas y los conflictos mediante el diálogo..
En la etapa de 0 a 7 años la mejor forma de ayudar a los niños a superar dificultades y traumas es a través de lo sensorial, de lo corporal
Entre los 7 y los 13-14 años es a través del arte. Y de los 14 en adelante es sobre todo a través del expresarse que podemos ayudarles. Ya entra el nivel del diálogo y podemos reflexionar sobre lo que ha pasado.
Estas herramientas, recursos, ideas o como quieras llamarlo, como son las manualidades, los talleres, el aspecto artístico, el diálogo de ser referente y la lectura de autobiografías… está muy integrados en la pedagogía Waldorf, y son elementos que se pueden integrar fácilmente tanto en la escuela como en casa.
Déjales soñar
Vemos que la tecnología está avanzando a ritmo vertiginoso, las profesiones cambian y ninguna garantiza el éxito. Sólo funciona lo que nos conecta profundamente con el sentido de nuestra vida.
Tanto los jóvenes como nosotros mismos necesitamos conectar con nuestra creatividad, con nuestra imaginación, nuestras capacidades sociales, nuestra inteligencia emocional… todo eso que nos ayuda a sentirnos dueños de nuestra, propia vida. Todo estos aspectos deberían estar presentes en la educación, tanto en casa como en la escuela.
Con el avance vertiginoso de la IA más que nunca se relativiza el hecho de memorizar cantidad de datos.
Son otros los retos que se nos presentan.
Es el momento perfecto para dejar soñar a tus hijos y a tus alumnos.
(Si prefieres escuchar el podcast original que grabé, lo tienes aquí).