Hoy quiero compartirte un cuento que tiene como protagonista a la liebre; esto le hace muy adecuado para primavera y para Pascua.
El huevo y la liebre son símbolos paganos relacionados con el renacimiento y la fertilidad. De hecho Easter (Pascua en inglés), viene de Istar, la diosa fenicia de la fertilidad, cuyos símbolos eran el huevo y la liebre.
Esta es la razón por la cual la liebre y los huevos son símbolos de la Pascua en los países nórdicos. Y, entre tanto, esta tradición ya ha llegado a España y a muchos países de Latinoamérica.
En vez de acogerla solo desde el punto de vista comercial, que es como suele llegar, podríamos aprovechar para trabajar los valores de la generosidad y el compartir tal como los vemos en el cuento.
Con los niños de infantil recomiendo no teorizar sobre el tema. No explicarles nada.
La propia imagen del cuento hará el efecto deseado en el interior del niño sin necesidad de añadir ningún tipo de moralina. Los niños se alegrarán si les contamos el cuento y hacemos la rima durante varias semanas.
El domingo de Pascua podemos culminar el proceso con una liebre o huevos de chocolate.
Cuento «La liebre y la zanahoria»
Este es muy útil para narrar, representar en teatrillo de mesa o en teatro con niños. Hice esta adaptación basandome en un cuento popular chino.
La liebre saltaba contenta por la hierba. Dos zanahorias encontró, pero sólo una se comió. La buena liebre pensó:
—Seguro mi amigo el cervatillo no tiene nada de comer, iré a su casa y la zanahoria le llevaré.
Corre, corre liebrecita no te vayas a enfriar, a la casa del cervatillo muy prontito has de llegar.
[Cantado o recitado]
—¡Toc!, ¡toc! ¡Cervatillo, cervatillo, abre el portoncito!
Pero el cervatillo no contestó y la liebre a su casa volvió. El cervatillo no estaba, porque se había marchado a ver si encontraba algo de comer en los prados. Contento vuelve a casa con una calabaza. Ve la zanahoria y piensa:
—Tal vez mi amiga la zorra, no tiene nada de comer, iré a su casa y la zanahoria le llevaré.
Corre, corre cervatillo no te vayas a enfriar, a la casa de la zorra muy prontito has de llegar.
— ¡Toc!, ¡toc! ¡Zorrita, zorrita, abre la puertita!
Pero la zorra no contestó y el cervatillo a su casa volvió. La zorra no estaba, porque se había marchado a ver si encontraba algo de comer en los prados. Contenta vuelve a casa, con una calabaza. Ve la zanahoria y piensa:
—Tal vez mi amigo el jabalí no tiene nada de comer, iré a su casa y la zanahoria le llevaré.
Corre, corre la zorrita no se vaya a enfriar, que a la casa del jabalí muy prontito ha de llegar.
—-¡Toc!, ¡toc! ¡Jabalí! ¡Jabalí! ¡Sal de ahí! ¡Sal de ahí!
Pero el jabalí no contestó y la zorra a su casa volvió. El jabalí no estaba, porque se había marchado a ver si encontraba algo de comer en los prados. Contento vuelve a casa, con una calabaza. Ve la zanahoria y piensa:
—Tal vez mi amiga la liebre no tiene nada de comer, iré a su casa y la zanahoria le llevaré.
Corre, corre jabalí no te vayas a enfriar, que a la casa de la liebre muy prontito has de llegar.
—¡Toc, toc, liebrecita, liebrecita, abre la puertecita!
La liebre no abría, porque se había quedado profundamente dormida. El jabalí no la quiso despertar, dejó la zanahoria y se fue a casa a descansar. A la mañana siguiente la liebre se despertó y contenta exclamó:
—¡Qué sorpresa, qué sorpresa, la zanahoria otra vez en mi mesa!
¡Ahora sí me la comeré y a la madre tierra y a mis amigos agradeceré!
Y ñac, ñac, ñac, la zanahoria ya no está…
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