En esta época el arte de contar un solo cuento está en desuso, y es muy necesario para los niños. Tiene numerosos beneficios para el niño que le contemos un solo cuento, superando nuestra tendencia a contar uno tras otro. Nuestros niños actuales corren el riesgo de transformarse en consumidores compulsivos de imágenes externas, lo que merma su capacidad de generación de imágenes internas.
Un cuento bien contado debe ser suficiente. A veces, los niños tienen la tendencia de pedir más y más, pero nosotros sabemos que un solo cuento cala más hondo y permite que esas imágenes se integren mejor. Comprendemos que vale más uno que cinco, pues el exceso de información logra que tras el quinto hayan olvidado el primero. Los niños se acostumbran muy pronto a ello y para nosotros será también más satisfactorio, ya que muchas veces seguimos contándolos con desgana. Si somos cuentacuentos de profesión, también debemos recordar que más vale calidad que cantidad. Muchas veces observamos que después de veinte minutos, la sesión se transforma en tortura, tanto para los padres, como para los niños y el propio narrador.
Incluso el consumo de cuentos, a pesar de ser mejor que el de vídeos, es parte de la sintomatología de nuestra sociedad actual, la cual tiende a comprar a los niños muchos juguetes de usar y tirar en vez de unos pocos duraderos y elaborados con materiales nobles.
En los jardines de infancia Waldorf se trabaja con el mismo cuento durante dos, tres y hasta cuatro semanas, y los niños, lejos de aburrirse, tienen la oportunidad de ahondar en las imágenes y de impregnarse de ellas. La experiencia, a lo largo de los años de esta práctica, demuestra que cada día ese cuento les gusta más. A veces somos nosotros los que desde nuestra visión de adultos queremos variedad, porque la cultura del consumo nos hace creer que si no es así nos vamos a aburrir. Hoy día, con el bombardeo sensorial que proporciona la televisión, el ordenador, etc, cada vez les es más difícil a los niños el poder reposar en las calmas imágenes de un cuento sencillo. Si un niño necesita exceso de variedad, si no soporta que se le repita un cuento, si analiza racionalmente su contenido tildándolo de mentira, si pide cuentos de acción porque estos le resultan infantiles, pues con más razón ese niño necesita a gritos de este tipo de cuentos. A través de ellos podemos conseguir que recupere su alma de niño, que pueda volver a sorprenderse con la inocencia propia de la infancia. Hay que ayudarle, contándolos de manera atractiva, con títeres e interacción. También es recomendable al principio elegir historias más cercanas a la temática habitual del niño, acercándonos a sus puntos de interés.
Verán que los cuentos aquí recopilados son francamente cortos. Por eso hemos reunido una serie de recursos, juegos y actividades, para hacer en torno a un cuento. Es mucho más saludable para el niño centrarse en una historia y juegos donde integra y repite esas imágenes, que la dispersión que provoca escuchar un cuento tras otro. También encontrarán recursos para trabajar con el mismo cuento durante más de un mes.
Este libro está dedicado especialmente a niños de infantil y a niños con dificultades, por tanto nuestro interés no es solo entretener, sino además ofrecer un medio que capacite al niño en la adquisición de muchas otras habilidades y siempre de manera acorde a su edad.
Cuentos para ver, oír y sentir. Tomo I.
Tamara Chubarovsky, www.tamarachubarovsky.com