A continuación les comparto el texto de difusión de la campaña ¡No a las guarderías digitales!, que promovió la asociación internacional de jardines de infancia Waldorf. Merece la pena leerlo…
En los últimos años generalmente cuando se habla de innovación pedagógica se habla de inversión e implantación tecnológica. ¿Significa la digitalización realmente una innovación?
Hay una fuerte corriente que avoca a la no digitalización de las guarderías. Para ello exponen los riesgos que supone esta tendencia para la salud y el desarrollo infantil. No son simples reflexiones empíricas, sino reflexiones avaladas por la neurociencia. Les dejo con el artículo de la campaña, que realmente no tiene desperdicio.
En los EE.UU. un tercio de los niños de un año pasan tiempo delante del ordenador antes de aprender a andar o a hablar. En Alemania el 70% de los niños de entre 2 y 5 años pasan media hora al día con un smartphone. La app más utilizada por los niños de 6 años en Alemania es Facebook. Todos los niños en edad preescolar ven la televisión, a menudo más de una hora al día.
Parece haberse impuesto la opinión de que no se puede evitar el uso precoz de los instrumentos digitales por parte de los niños; una idea que además se está afirmando por mano de algunos afamados políticos con grandes inversiones en este terreno. Da miedo comprobar en qué medida se olvidan los riesgos y los efectos de las tecnologías de información digitales en estas inversiones. Los riesgos y los efectos son mayores cuanto más pequeño es el niño. Esto se debe al hecho de que cuanto más pequeño es el niño, más plástico es el cerebro y por consiguiente, más sensible a las estimulaciones erróneas y a las influencias nocivas.
Por ello en las guarderías y en los centros de educación infantil es donde más merece la pena invertir, no en educación digital, sino en educación constructiva y saludable, en la escuela primaria también conviene bastante y en los siguientes niveles educativos no hace tanta falta, como lo muestra el siguiente gráfico. Por ejemplo, los juegos de dedos fomentan las habilidades matemáticas y el desarrollo del área frontal del cerebro; en cambio, el uso de la tablet no. El desarrollo intelectual procede de áreas del cerebro que reciben sus señales de las áreas sensoriales y motoras activadas.
¿Qué son las inversiones en educación constructivas?
Uno de los hallazgos más importantes de las neurociencias de las últimas décadas es que la mejor forma de que los niños aprendan a manipular con destreza, a andar, a hablar y a pensar es a través de su propia actividad: intentándolo una y otra vez y equivocándose, mediante el juego libre, mediante la imitación y mediante el contacto directo con otros.
Una televisión encendida como telón de fondo impide el desarrollo del lenguaje, al igual que los libros electrónicos que se leen a sí mismos o los medios digitales. Hablar con el niño o leerle algo acompañando la lectura con diálogos es lo más importante para el desarrollo de su lenguaje y de su intelecto. Aquí rige el principio de que cuanto más, mejor. La diferencia de un niño de clase alta respecto a un niño de clase baja al iniciar la escolarización puede ser de hasta 30 millones de palabras, que el niño de clase alta domina mejor que el niño de clase baja (Hart & Risley 1995). Por el mismo motivo, sus centros lingüísticos están mejor formados y le resulta más fácil iniciar la trayectoria educativa.
En general se constata la siguiente regla: el cerebro no hace descargas de datos (downloads). Se va modelando gracias al uso activo cuando el niño observa, descubre, busca, oye, toca, huele, saborea, siente empatía, comparte sentimientos, piensa, habla, actúa: todo lo que hace una persona y sobre todo, todo lo que hace de forma autónoma, conlleva una actividad constructiva del cerebro. Este empleo activo del cerebro es el incentivo para su desarrollo diario.
Al contrario que en un ordenador con dispositivo de memoria y procesamiento de datos, en el cerebro no hay una separación entre memoria y procesamiento: cuando el cerebro procesa información, cambian las conexiones entre las células nerviosas y éstas son los dispositivos de memoria. Cuanto más haya procesado un cerebro, más habrá memorizado y mejor podrá seguir procesando. Cuantas más lenguas hable una persona, más fácil le resultará aprender una nueva. Los centros lingüísticos del cerebro “no se saturan”, sino todo lo contrario, podrán almacenar más cuanto más hayan almacenado. Esta característica de memoria paradójica se cumple siempre. Cuantos más instrumentos musicales sepa tocar una persona, cuantas más herramientas sepa manejar, cuantos más libros haya leído sobre un determinado tema, más fácil le resultará aprender a tocar otro instrumento, a utilizar otra herramienta o a leer otro libro más sobre ese tema.
Por eso es tan importante apostar por una educación muy amplia en la infancia y en la juventud y fomentar especialmente el desarrollo sensorial y motor, ya que nada es menos adecuado para el entrenamiento de los centros sensoriales y motores del cerebro que deslizar la mano siempre con el mismo movimiento por una pantalla de vidrio sin ningún tipo de diferencia sensorial.
La capacidad de socializar tampoco se forma con la tablet, sino a través del contacto directo con otras personas, cada una de las cuales es única y no es programable.
¿Cuáles son las consecuencias negativas de un uso diario precoz de los medios digitales?
Se puede comprobar que los niños que pasan mucho tiempo delante de la pantalla y manejan a menudo medios digitales, presentan los siguientes trastornos y alteraciones:
– Trastornos del desarrollo del lenguaje y de la atención (Zimmerman et al. 2007),
– Un nivel educativo claramente inferior (Hancox et al. 2005),
– Tendencia al sobrepeso (Hancox et al. 2004),
– Disposición – debido a los comportamientos antisociales – a las conductas criminales (Robertson et al. 2013).
– El uso de las consolas de videojuegos propicia que los niños de educación primaria saquen peores notas en lectura y escritura y que a menudo presenten problemas comportamentales en el colegio (Weis & Cerankosky 2010).
– Cuanto más tiempo pasen los jóvenes delante de una pantalla, menor será su empatía hacia padres y amigos (Richards et al. 2010).
– El uso de los smartphones provoca en los jóvenes una disminución del rendimiento escolar, menos satisfacción con la propia vida y mayor tendencia a la depresión (Lepp et al. 2014), más trastornos de la atención (Zheng et al. 2014), falta de visión, trastornos del sueño y adictivos. Más del 60% de los usuarios de smartphones tienen miedo a perderse algo, a no estar conectados al teléfono o a las redes sociales. Estos miedos a su vez propician un uso abusivo de este aparato, que se convierte en una adicción.
Los efectos mencionados están comprobados científicamente. Padres, educadores y profesores los observan a diario con preocupación. Frente a éstos, no existen hallazgos científicos de peso que demuestren los tan alardeados beneficios de las tecnologías de información digital sobre el desarrollo intelectual, anímico y corporal de los niños. Resumiendo, ¡los daños están documentados, pero los beneficios no!
No se trata aquí de declarar la guerra a las tecnologías – sino más bien de proteger el entorno de desarrollo de los niños, del bienestar infantil, del derecho de la persona a disfrutar de una infancia, para que los jóvenes y los adultos puedan ser usuarios competentes de las tecnologías – allí donde éstas ocupen el lugar que deben.
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