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Mejor jugar que lectoescritura en menores de 6 años

En este artículo dialogo con los conceptos expuestos por Francisco Mora, (profesor de fisiología en la facultad de medicina Complutense de Madrid), en su ponencia en el Congreso de INPP, Bases fisiológicas del aprendizaje, comparándolos con fundamentos básicos de la Pedagogía Waldorf.

¿Lectoescritura en menores de 6 años?

Existen temas que aún crean mucha controversia, como cuando desde la Pedagogía Waldorf afirmamos que es mejor enseñar a leer y escribir recién en la primaria. Sin embargo, reconocidos neuroeducadores y neurocientíficos como Facundo Manes, José Ramón Gamo y Álvaro Bilbao defienden el juego frente a la temprana alfabetización, aportando evidencias científicas al respecto.

La evidencia funcional, fenomenológica, existe hace tiempo. En las escuelas Waldorf se implanta este modelo hace 100 años con gran éxito. Sistemas como el finlandés tienen estos parámetros en cuenta y sus resultados destacan positivamente.

No dudamos en que no sea posible que los niños aprendan a leer y escribir a edades tempranas, la pregunta es cuál es el coste de esto a medio y largo plazo, qué otras capacidades se ven mermadas y qué sentido tiene esta sobrecarga y sobre exigencia a tan tempranas edades.

Algunos niños, sobre todo niñas, podrían estar preparadas para escribir a los 4 o 5 años. Pero si tenemos un grupo, afirma el neuroeducador Francisco Mora, debemos iniciar estos procesos cuando la mayoría de los niños (y no solo algunos) están preparados, en el momento en el que el proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura se integra de manera rápida, fácil y alegre.

Juego en vez de lectoescritura

Francisco Mora en su ponencia recalcó la importancia del juego, como base de la construcción del cerebro.

 “el niño nunca pierde el tiempo jugando, está midiendo distancias, pesos, explorando su cuerpo y su entorno, encontrando el significado emocional y sensorial de las cosas…”

Habló también de las ventanas plásticas, que son los tiempos críticos donde se aprende mejor una determinada habilidad, los tiempos críticos para la mielinización de sinapsis, para el cableado cerebral respecto a determinadas facultades.

El tiempo crítico para el aprendizaje de la lengua materna y para la puesta a punto del sistema motriz y sensorial es entre los 0 y 7 años. Un niño que no escuchó lenguaje hasta los 7 años, tendrá grandes dificultades en adquirir la lengua, niños que no cumplieron correctamente sus hitos de desarrollo sensomotriz hasta los 7 años, lo tendrán bastante más difícil en los siguientes años, será más complejo recuperar lo no adquirido.

En cambio, la lectura y la escritura no tienen ventana plástica. Esto significa, que si la aprendemos más tarde, no perdemos nada, todo son ganancias.

Mora explicó como la lectoescritura es algo cultural y, por ende, sin ventana plástica. En cambio las habilidades lingüísticas, motrices, sensoriales y los hábitos, son los que más se benefician de la etapa 0-7, ya que necesitan de la máxima plasticidad cerebral, son la base de la estructuración cerebral que marcará el resto de habilidades. Son lo que también denominamos habilidades madre.

Mora señaló que las áreas 39 a 52 del cerebro, necesarias para el aprendizaje de la lectoescritura, no maduran hasta los 6 años. Cuando estas áreas están mielinizadas el niño es capaz de aprender de manera rápida y fácil.

José Ramón Gamo afirma lo mismo, indicando que en 5 meses se aprende a leer y escribir, si las capacidades de conciencia fonológica, motrices y sensoriales ya están maduras. Y estas son las capacidades en las que debiéramos centrarnos en la etapa de infantil. (Después de esta ponencia Mora lo puso todo por escrito en su libro Neuroeducación y lectura.)

Imitación y eficacia del aprendizaje

Desde la pedagogía Waldorf insistimos en que el recurso más adecuado para que se produzcan aprendizajes durante el primer septenio (0 a 7 años) es a través de la imitación. También Francisco Mora en su ponencia dijo literalmente “La vía más segura y rápida para que los niños aprendan es la imitación”.

En el Congreso de Lenguaje y Movimiento del Goethenum (abril 2018) el neurocientífico alemán Joachim Bauer, explicó en detalle, con argumentación y evidencia científica el mecanismo de la imitación a través la ley de resonancia y de la neurona espejo. Resaltó la gran importancia de la conciencia de las acciones y emociones del adulto en la interacción con los niños pequeños. También el doctor Francisco Mora hizo hincapié en la importancia del rol del maestro, un aspecto central de la Pedagogía Waldorf.

Si queremos que los niños estén tranquilos y centrados, primero tenemos nosotros que ser capaces de estarlo, y entonces, de manera “mágica” (con evidencias científicas del mecanismo) los niños consiguen estar más tranquilos y centrados. 

Esto mismo ocurre respecto al desarrollo del lenguaje, nuestras acciones, emociones y sobre todo nuestra coherencia, son un pilar clave en su desarrollo.

Memoria y atención

La memoria es la que recablea. La memoria necesita repetición. La memoria siempre se está transformando.

La atención ejecutiva es la que necesitamos para el aprendizaje. Es la atención que se ocupa de discriminar y discernir. La que es capaz de focalizarse en lo importante, dejando de lado y no atendiendo a estímulos secundarios. Es la clave de la capacidad de no dispersarse. Activa la corteza prefrontal y un área debajo del cuerpo calloso. Los tiempos atencionales a rendimiento completo son de 10 a 20 minutos.

Al menos cada 20 minutos deberíamos interrumpir el discurso e introducir otras dinámicas. Esto lleva a replantearse dinámicas escolares, la importancia de introducir dinámicas corporales, que resulten un pausa para la mente, que permitan al niño reconectar con mayor eficacia (las Rimas con Movimiento son perfectas para eso).

La velocidad de internet está reduciendo aún más los períodos de atención, lo que agrava la situación. Más que nunca se requiere cambios en las estructuras habituales escolares, además de grandes habilidades comunicativas del maestro, para ser capaz de captar la atención e interés, ser capaz de motivar.

Una vez más, las investigaciones neurocientíficas nos ayudan a dar evidencia a lo que ya sabemos: la importancia del juego, del movimiento, del lenguaje, del rol del adulto, de las emociones, de los hábitos, cómo base de la construcción de la personalidad y de las competencias sociales y cognitivas.

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Sobre la autora
Tamara Chubarovsky

Soy creadora de las Rimas con Movimiento® y de Thono® (terapia holística del nombre), así como del uso del cuento como herramienta pedagógica.

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